Marcelo Báez, jefe de comunicaciones internas en la Dirección de Recursos Humanos, Candelaria.
Marcelo es periodista, un hombre de las ciencias sociales casi ligado al rubro minero por el destino, pues luego de estudiar y dejar la carrera de ingeniería en ejecución en metalurgia se acercó al periodismo, lo que tarde o temprano volvió a ligarlo al mundo de la minería en sus prácticas universitarias.
Oriundo de Antofagasta se considera copiapino, pues vive en la ciudad minera desde el año 2006, y su vida se ha desarrollado en el norte del país trabajando, en principio como periodista para una contratista privada de comunicaciones, y posteriormente para la División Salvador de Codelco llegando finalmente a Candelaria.
¿Cómo ha sido su paso por la empresa?
Llegué en marzo de 2013, llevo 10 años trabajando en la empresa, poco antes de eso estaba en Salvador de Codelco, y teniendo 10 meses ahí me llamaron de Candelaria para ocupar el cargo que tengo hoy. Habían visto mis antecedentes en Linkedin y vieron que calzaba en el perfil del cargo que antes no existía.
¿Cómo es ser periodista entre mineros?
Yo siempre fui cercano al rubro; estudié periodismo después de haber cursado ingeniería de ejecución en metalurgia: estuve dos años en la Universidad Católica de Antofagasta, pero no me terminó de convencer y dejé de estudiar.
Conocí el periodismo gracias a unos amigos dirigentes mientras trabajaba para la misma universidad. Quise experimentar y se me dio.
¿Cómo entró en el mundo de la minería?
Tenía que hacer la práctica y me preocupé muy tarde por eso, no encontraba, no era fácil obtener prácticas hasta que un amigo que había sido alumno de la carrera anteriormente me dijo que trabajaba en Chuquicamata en la revista institucional “Oasis”, allí pude iniciar prácticas.
Estuve por dos meses en Chuquicamata en el verano de 1998, al año siguiente ya egresado y sin trabajo me ofrecieron trabajar nuevamente ahí y me fui con una jefatura de Codelco y nunca más me desvinculé del mundo minero.
Estuve cerca de siete años en Calama, ahí conocí a mi esposa y nacieron mis dos hijos.
¿Cuál ha sido el desafío más importante dentro de Candelaria?
Desde la mirada del apoyo comunicacional, principalmente ha sido la función de poder entregar información a los trabajadores respecto a lo que hace Candelaria. Esa siempre fue una necesidad por la particularidad de la empresa.
En Candelaria somos trabajadores y vecinos; somos apoderados de un colegio, vamos a comprar al negocio de la esquina. Existe un vínculo con la población y el trabajador necesita ser agente de la compañía, pero para eso hay que saber qué hace la compañía. Hemos logrado mantener al trabajador informado en todos los planos.
Otro de los puntos son las radios comunitarias, es una herramienta para saber lo que opinan nuestros vecinos y así preparar a la gente para responder, tener esa buena relación.
¿Cómo se equilibra un trabajo tan demandante con una vida sana y familiar?
Desde hace casi tres años, en plena pandemia empecé a hacer deporte, lo hacía muy poco, era un deportista social que siempre terminaba lesionado.
Fui motivado por mi hija a dejar el sedentarismo que me había provocado un aumento de peso considerable. Luego de casi tres años me encuentro físicamente bien: empecé a correr, hacer trade running, partí en la calle y al poco andar alguien me invitó a esto y ahora entreno cinco veces a la semana, he participado en competencias, amo esto de los cerros.
Soy muy disciplinado para compatibilizar esto; por fortuna trabajar cerca de la ciudad te permite llegar a casa a la hora, son pocas veces las que se ve interrumpido el descanso. Eso me permite hacer mi actividad deportiva, estar con la familia, salir y compartir.
¿Qué espera del futuro?
No me veo trabajando fuera de la minería, pero no lo descarto, me veo siempre vinculado a la minería porque es lo que sé hacer de la mejor manera. Me gustaría trabajar en la radio, fui ayudante de radio y también de fotografía, es un tema que disfruto y lo hago bien; también me veo disfrutando a mis hijos y ¿por qué no? mis nietos.