Javier Ordóñez, jefe de Carrera de la Universidad de Antofagasta.
Los diversos cambios tecnológicos y de paradigma referentes a operaciones sustentables están cambiando a todas las industrias del ser humano, y en Chile el desafío principalmente está enfocado en su actividad económica más importante: la minería.
Si se observa en retrospectiva el enorme salto que ha dado la condición humana desde hace tan solo un siglo, sería fácil notar los cambios drásticos que han transformado la manera de vivir, una que no ha parado en lo a que innovación se refiere, sobre todo desde los tiempos de la Revolución Industrial. Hoy los pasos requieren más tiempo e investigación entre uno y otro por la complejidad que la tecnología moderna ha impuesto en su propio desarrollo.
En Chile el enorme engranaje con el que funciona la minería, desde lo más pequeño a lo más extenso y profundo, se mantiene en la búsqueda constante de un futuro sostenible, uno donde la tecnología brinde las posibilidades de compensar la extracción de materiales con energías limpias, procesos que no contaminen, seguridad para la fauna y la flora, entre otros.
Javier Ordóñez, ingeniero civil en Biotecnología, Doctor en Ingeniería de Procesos de Minerales y jefe de Carrera de la Universidad de Antofagasta (en la foto), conversó en entrevista con AMagazine dando su visión profesional en el cambio del paradigma minero en Chile con la mirada puesta en el desarrollo tecnológico.
Para Ordóñez, la industria actual está enfocada en el desarrollo sostenible poniendo como principal pilar a las personas, el medioambiente y la economía, pero la minería sigue representando un factor de impacto: “Es difícil pensar que una operación minera va a cambiar dramáticamente su huella ambiental, porque su tarea es extraer minerales de la corteza, se hace intensivo su consumo de energía y su capacidad de transformar el entorno, pero se puede trabajar en una mitigación de esto”.
TENDENCIAS EN INNOVACIÓN
El experto hizo énfasis en varias de las actuales tendencias de innovación tecnológica para la minería, entre las que resaltan los procesos productivos, automatización, control a distancia, tratamiento de minerales sulfurados refractarios, abastecimiento de aguas con fuentes alternativas a las fuentes continentales, y energías renovables. Tendencias que por su importancia están marcando los principales focos de inversión, tanto del sector privado como del estado.
Ordóñez también hizo referencia a los puntos fuertes de la innovación en Chile: “Hay iniciativas que han llegado a etapas comerciales, pero que en sus inicios fueron programas de pequeña escala, la sustitución del agua fresca por agua de mar, desalinizada o sin tratar, o incluso la biolixiviación para minerales sulfurados con microorganismos un ejemplo donde fuimos referentes mundiales (…) también el uso de relaves como fuente para recuperar metales estratégicos, para producir nanomateriales o también el uso de los relaves para construcción, geopolimeros, ladrillos. Estas son iniciativas que están en auge”.
Para el jefe de Carrera de la Universidad de Antofagasta, una materia prima crucial de la innovación es el capital humano, donde si bien Chile cuenta con notables profesionales y casas de estudios, existen brechas que impiden un trabajo mancomunado entre actores involucrados y un empuje más importante a la innovación tecnológica para la minería: “Las universidades crecientemente han ofertado masa crítica para los múltiples desafíos en la industria minera, para innovación y conocimiento asociado al quehacer, pero la transformación del paradigma de la industria minera, pasando de la extracción a la actividad que transforma y genera valor hay una brecha y es donde en el país hay un déficit para su formación (…) incluso, en la propia región de Antofagasta, existiendo programas de doctorado y magíster de máximo nivel, aún existen espacios donde aún los doctores y magísteres les falta conocer más sobre el proceso de transferencia de tecnología y en innovación sistemática”.
EL ROL DEL ESTADO
Finalmente, el experto se refirió al papel del estado destacando el acompañamiento en los momentos críticos de las investigaciones tecnológicas y el conocimiento: “El rol del estado debe ser el de acompañar el traspaso de nuevos desarrollos en el campo de la tecnología porque ahí traspasamos el conocimiento y lo volcamos a algo aplicado. Es allí donde hay riesgo de fallas y fracasos, pero también son espacios donde hay posibilidades de mejorar las condiciones actuales de operación, la etapa prematura donde la tecnología tiene más impacto. Los ministerios de Economía, junto al de Ciencia y al de Minería debieran articularse para potenciar programas de investigación y desarrollo y transferencia tecnológica desde las universidades y centros de investigación. Incluso las Seremis pueden albergar un rol de articular en todos los sectores”.